La naturaleza, aunque se suele olvidar, siempre se impone. Y lo viene haciendo últimamente, en algunos sitios, con extremada violencia. A nosotros nos cayó la lluvia suficiente para que la Semana Santa no haya podido expresarse íntegramente en la calle; lo que servirá de abono para el espíritu, para la tierra y para la memoria, que no es menos importante.
Ya sólo falta un año para que la carrera oficial vuelva a hacer su recorrido por la calle Consistorio. No sé si, para el 2012, conoceremos la verdadera filosofía que llevó a cambiar el recorrido original de las procesiones. Lo que se decidió como quien cruza de acera para no pasar por el balcón del Ayuntamiento; por si le gotean los geranios. Aunque también se puede decir que se trató de un intento, algo deslucido, de no sumisión al poder o para un mejor desarrollo del cortejo: objetivos muy respetables.
Para el 2012, afortunadamente, ya habrán pasado las elecciones municipales, y me pregunto: ¿Volverán las golondrinas a su casa a anidar?, ¿coincidirán en el tiempo las elecciones en la Unión de Hermandades con las Autonómicas o con las Generales?