A partir de un un toque o de un guiño, el dinero negro vuela en aviones privados, navega por mar en barcos de vela y se desplaza por tierra de cualquier manera, pero casi siempre lo hace bajo el amparo de una bolsa de basura. ¿Habrá algo más seguro e idóneo?
La bolsa de basura ya se ha
impuesto como el saco más barato y demandado por los gestores de lo ajeno. ¿Quién
no ha cogido alguna vez una bolsa de basura, llena de basura, e incluso la ha
metido en el maletero del coche para depositarla en un contenedor de basura? ¿Y
cómo sabe uno que esas bolsas, que tantas veces ha transportado, alguna vez alguien
no le ha dado el cambiazo por otra llena de billetes? Casi imposible saberlo.
De la misma manera, puede ocurrir
que mientras Angel Nieto nos relata los secretos de una competición, desde su
puesto de comentarista, otros se guiñan en el mirador con caras de catedráticos.
¿Y cómo saben los de la pelousse que el dinero de su entrada, mientras tiran petardos,
ya está saliendo del circuito en bolsas de basura? Casi imposible saberlo hasta
que llegue la hora. ¿O no es así? Como una película.
SALUD