jueves, 25 de febrero de 2010

¿Merece este hombre un destino, así?


De aquellos años en los que el juez Baltazar Garzón ejercía a pleno pulmón contra la corrupción o los Gal, recuerdo un perfil que hizo de él en El País, Manuel Vicent. Un escritor que admiro y con el que disfruto, ya sea escuchándole o leyendo incluso sus punzantes artículos anti taurinos, que no suelo compartir porque soy un terco aficionado a ese arte.

En ese artículo, Manuel Vicent hizo una afilada y creíble descripción de la personalidad del juez que producía cierta relajación a quienes nos sentíamos acosados (sin ser culpables de nada), por aquella monstruosa ofensiva que tenía como objetivo la caída de, Felipe González a costa de lo que fuera. A pesar de aquello, resulta que hoy, no es la izquierda (o eso parece), quien quiere vengarse de su ofensiva de aquellos tiempos y que muchos achacaban a su frustración por no haber sido nombrado Ministro de Interior.

Garzón fue salvado de la hoguera con la biografía que le hizo, Pilar Urbano, pero continuó pringándose en la lucha a favor de los derechos humanos, en la de los desaparecidos de aquí y de allá: defendiendo todas las causas defendibles. Y a la vez que ha ido ganándose el respeto y el aprecio de los ciudadanos y el reconocimiento internacional, también ha debido acumular enemigos tan poderosos como ocultos, que se han debido confabular para hacerle pagar: ¿Su afán protagonista?, ¿su avidez en la lucha por la justicia?, ¿sus ilícitas fechorías?, ¿qué querrán hacerle pagar?.

Baltazar Garzón escribió un libro en forma de reflexión o de diálogo con sus hijos donde cuenta sus años de lucha contra el terrorismo, el crimen organizado y la impunidad. En este libro pretende hacernos pasar del miedo a la esperanza para conseguir dar forma a un mundo sin miedo. Espero que no le falten las fuerzas, y que sienta el calor de todos los que entendemos que personas, así, a pesar de sus errores, son escasas y muy necesarias.