No
ha ido tan mal la cosa en Semana Santa si a la natural insatisfacción de la
hostelería, sólo tenemos que añadirle el ya arraigado debate sobre los palcos,
o la nueva referencia a la gestión de los pasos de cebra.
Me
parece bien que se pueda disfrutar de las procesiones desde un lugar cómodo y
privilegiado, y como debe haber cada vez más gente que puede pagarlo, sería de
género tonto no aprovechar el tirón. De lo que ya no estoy muy seguro es que
sea de inteligente ir cerrando cada vez más las calles del centro a la vista
del paseante ordinario, sin entrar en apostolados ni divinidades, para complacencia de los apalcados y mayor gloria a la solemnidad.
También
deben de existir razones que los comunes no alcanzamos a comprender como por
ejemplo el cambio de hábito. Así el Cristo de la Expiración ya no luce
de raso el viernes santo su emblema rico en matices, para ganar con oro y
terciopelo esos caminos inescrutables que sólo conocen aquellos modestos
sastres que creen partir la pana.
SALUD
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