Las iniciativas que han tenido éxito y se han asentado, generando actividad económica y una mayor motivación para la creación de empleo, junto con el clima y una situación geográfica privilegiada de la ciudad, han sido las actividades culturales y deportivas que ya formaban parte de la historia de Jerez: las motos, la feria, el flamenco, la semana santa o los caballos. Pero todo lo anterior no ha sido suficiente para bajar considerablemente el nivel de desempleo (“en tiempos mejores de los que estamos viviendo”). Sin embargo, hemos tenido éxito potenciando lo que conocemos y lo que sabemos hacer, por eso debemos impulsar la iniciativa social y económica en relación al que fue y puede volver a ser nuestro más importante sector económico: el vino y su cultura.
Un ejemplo claro es que, después de todo lo acontecido, las bodegas y el vino siguen siendo el mayor reclamo para los turistas. Las bodegas que han sabido reaccionar positivamente a la crisis, las que han apostado por diversificar los productos y se creen el potencial de negocio que tiene el enoturismo, hoy tienen en ello una parte importante de sus ingresos.
No se trata de quedarnos en lo que pudo ser o de seguir pisando las uvas de una misma canasta; lo que debemos hacer es mirar hacia el futuro con ilusión y creyéndonos lo que somos. Y no somos el centro del universo: somos una parte importante de la provincia de Cádiz, un territorio que tiene la suerte de tener un producto único, una cultura y un patrimonio extraordinarios que aportar a la economía de la zona. Pero vivimos de espaldas unos a otros y ni siquiera entre los protagonistas existe conciencia sectorial. Es preciso que el Sector recapacite sobre todo esto y que se pongan las bases de un nuevo marco de acción conjunta para tirar todos del mismo carro.
La capacidad de liderazgo, de aunar esfuerzos para revitalizar nuestro universo vitivinícola, la tienen los representantes políticos, las empresas y las instituciones. Ellos tienen los medios y la fuerza para que la sociedad en su conjunto sea llamada y se sienta voluntariamente obligada a defender los intereses comunes apoyando en esta tarea.
El camino emprendido por el gobierno municipal de recuperar la fiesta de la vendimia debe tener como objetivo hacer creer en la más importante riqueza que nos han dado la naturaleza y el trabajo de nuestros antepasados. Por tanto, el patrimonio vitivinícola y el conocimiento adquirido, que hay que incrementar con investigación y desarrollo, deben ser el eje principal sobre el que giren todos los demás elementos que conforman nuestra industria productiva y turística.
En el negocio del vino, como en cualquier otro, vender mucho es importante; pero hoy no se trata sólo de vender muchas botellas de vino, porque la riqueza está en lo que representa esa botella de vino para quien la compra.
NOTA al margen: Si usted tiene pensado en los próximos días renovar la tarjeta de aparcamiento para residentes (ORA), le recomiendo que se tome usted “un yogur payoyo” porque le espera echar media peoná: tendrá que ir a Jereyssa (en la calle Latorre), para que le atienda un empleado y luego tendrá que ir a la ventanilla, en el mismo lugar, para efectuar el pago: ambas cosas adobadas con sus correspondientes colas.
A continuación deberá ir a la calle Corredera (no está muy lejos), donde está la oficina del “ORA” (¡Ojo!, no abre al público de 8 a 3, sino de 10 a 13); allí le darán, después de guardar de nuevo la cola correspondiente, la preciada tarjeta para poder aparcar lo más próximo a su casa. ¿Se puede hacer peor? Sí. ¿Y se podría gestionar por banco o por Internet? Pues también.