“La Palmera ” uno de los bares de las inmediaciones del hospital ha tenido que cerrar su aparcamiento. Lo que era un alivio a un precio razonable, con la posibilidad de canjear el ticket por una consumición, ya no es posible.
Al hospital no se va por gusto. Y todos tendremos que ir, tarde o temprano, a cuidar de un familiar durante el día o para pasar la noche en un butacón, pendiente del gotero: lo que se hace con suma generosidad y apego. En el caso de los trabajadores, mientras no se considere y se ponga en marcha una alternativa de transporte colectivo, se las ven y se las desean, cada día, buscando un hueco para dejar el coche.
La zona gestionada por la asociación de parados no es suficiente, y el parking privado tiene un precio abusivo e insostenible para cualquier asalariado.
Aparcar en el hospital es una necesidad derivada del servicio que prestan los familiares a los enfermos o por motivos de asistencia médica. Por lo que debería ser gratuito; no un negocio, y mucho menos un atraco.
SALUD
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