El otro día, desayunando en el bar, escuché a un jerezano quejarse de un vecino al que le habían reservado cinco metros de calle, durante veinticuatro horas al día, para aparcar gratis.
Decía que el conductor se diferencia de lo común por tener un coche todo terreno de gama alta y que, en el ir y venir, no se le aprecia reducción alguna en la movilidad. Por lo que es de suponer que la licencia debe estar a nombre de algún familiar.
Pensé que podría tratarse de una lamentación trivial. Pero, después de informarme, tomo conciencia de que cierta irregularidad, en algunos casos, viene siendo más habitual de lo que se piensa.
La discriminación positiva, en cuanto a aparcamientos para discapacitados, está justificada en los casos que realmente se necesita, pero la concesión debería obedecer a sus necesidades reales, la gratuidad a los recursos que tenga el beneficiario, y es muy recomendable su seguimiento para evitar la picaresca.
Salud
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