Mala suerte tiene el merendero que con buen criterio se recuperó para que luciera su inocente serenidad en la Alameda Vieja. Nunca esperaría este ornamento tener una nueva vida tan accidentada, y menos merecida, porque hay personas que no se identifican con el colorido de la cristalería o con su forja novelesca y por eso seguramente no dejan de dañarlo.
Últimamente su hospitalidad está derivando en albergue para transeúntes sin techo que airean visibles sus cobertores como en la azotea más castiza, lo que como insignia de bienvenida a la ciudad está siendo de lo más persuasivo.
Pobre merendero que tiene que competir, en altura de miras, con la réplica a lo “Línea Mallinot” que protege a la Ermita de Guía y contenerse frente a la guasa que circula por nuestro pueblo. ¿Podríamos hacer algo para ayudarle?
No hay comentarios:
Publicar un comentario