sábado, 10 de enero de 2015

¿Que no somos tolerantes?




En el teatro Villamarta de Jerez, que fue rehabilitado hace ya unos años y ahora vive su edad de oro gracias a las conocidas plataformas ciudadanas, que se dieron en esta localidad hace unos lustros (en buena parte lideradas por el sindicalista de Comisiones Obreras José Manuel Trillo -no todo fueron huelgas-junto a otras instituciones cívicas y políticas), se ha instalado un busto de D. José María Pemán.

Este escritor de nuestra tierra gaditana, extensamente reconocido y aplaudido durante décadas pasadas, evolucionó políticamente desde un extremo hacia posiciones más saludables hasta llegar a establecer contactos con Rafael Alberti sobre la legalización del Partido Comunista de España. Como dijo Pitigrilli: “Se comienza en incendiario y se acaba en bombero”.

Se afianzó definitivamente como postulante de la monarquía parlamentaria (sin apartarse, de su afianzada posición laudatoria para con el Jefe de Estado anterior, como hicieron Dionisio Ridruejo o Gonzalo Torrente Ballester junto con otros destacados nombres de su generación, adictos en origen al régimen), haciéndose valedor fiel de Don Juan de Borbón y de su hijo. Razones por las que el Rey Juan Carlos le concedió el Toisón de Oro. Y alcanzó gran popularidad en los años sesenta por su guion para la serie de televisión El Séneca.
   
Con el gobierno del Partido Popular parece que toca ahora volver a los símbolos y costumbres que parecían casi olvidados o voluntariamente sobreseídos por el bien común.
Como lo han querido los jerezanos, dándole una holgada mayoría a los populares para que gobiernen con soltura la ciudad, no tengo nada que objetar. Salvo que cuando pase por la antesala del teatro Villamarta para ver una función, no podré evitar decirme a mí mismo y a quien me acompañe que D. José María, dramaturgo y fecundo articulista, fue el responsable de educación y cultura en la Junta de Burgos que algo tuvo que ver con la depuración que se le hizo a los hombres y mujeres de la ilustración española  personificados en los maestros de la república y otros contemporáneos suyos como Vicente Aleixandre (posteriormente Premio Nobel de Literatura), Alonso, Cernuda, poetas y catedráticos que pagaron con su vida, fueron condenados al exilio o al silencio por sus valores democráticos y apoyo a la República. Como dijo Francisco Umbral “Un intelectual de derechas que escribe bien, cuando toma conciencia de su contradicción, se resuelve en Pemán. Cuando escribe mal, se resuelve en Fraga”.

Me atrevería a pedirle al Ayuntamiento del Partido Popular que, junto al busto de D. José María, se continúe poniendo en el recibidor del teatro los bustos de otros de autores españoles como Valle Inclán, Azorín, Blasco Ibáñez, Casona o García Lorca, entre otros; más que nada por ver como queda.

No soy anticlerical y disfruto, como cualquiera, con las expresiones religiosas que, hoy, en extremo (a mi entender de manera contraproducente para los creyentes en su conjunto), se prodigan casi a diario por la ciudad. Pero tampoco puedo evitar retroceder a otra época que parecía superada cada vez que oigo hablar de misas de campaña o de manifestaciones sacadas del baúl más recalcitrante de nuestra historia.

Otro ejemplo de la acción de gobierno de nuestro ejecutivo local es la glorieta que se le acabada de dedicar al Santo Escrivá de Balaguer (en el rótulo de la glorieta reza: “Glorieta San JoseMaría Escrivá” (José María todo junto sin Balaguer), desconozco si se debe a un exceso o defecto de dimensión apostólica o lingüística, apocamiento del rotulista u otras razones), iniciador de un nuevo Camino dentro de la Iglesia conocido con el nombre de Opus Dei “Obra de Dios”.

No sería de mi gusto que a ésta glorieta le siguieran otras dedicadas al pintor Kiko Argüello iniciador de Camino Neocatecumenal o Marcial Maciel de los Legionarios de Cristo. Y no sería de mi agrado por que me falte consideración o respeto a otras creencias, sino porque siento más simpatías por corrientes, dentro de la Iglesia Católica, más de andar por casa. Pero por aguantar se aguanta lo que me echen.

Seguiré entrando en el teatro Villamarta y pasaré por la glorieta de San JoseMaría todas las veces que sean necesarias y sin que para ello tenga que tomarme media botella de absenta.


Si en Jerez no somos tolerantes, que venga Dios y lo vea. SALUD 

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