En el teatro Villamarta de
Jerez, que fue rehabilitado hace ya unos años y ahora vive su edad de oro gracias
a las conocidas plataformas ciudadanas, que se dieron en esta localidad hace
unos lustros (en buena parte lideradas por el sindicalista de Comisiones
Obreras José Manuel Trillo -no todo fueron huelgas-junto a otras instituciones
cívicas y políticas), se ha instalado un busto de D. José María Pemán.
Este escritor de nuestra
tierra gaditana, extensamente reconocido y aplaudido durante décadas pasadas, evolucionó
políticamente desde un extremo hacia posiciones más saludables hasta llegar a establecer
contactos con Rafael Alberti sobre la legalización del Partido Comunista de
España. Como dijo Pitigrilli: “Se comienza en incendiario y se acaba en
bombero”.
Se afianzó definitivamente como
postulante de la monarquía parlamentaria (sin apartarse, de su afianzada
posición laudatoria para con el Jefe de Estado anterior, como hicieron Dionisio
Ridruejo o Gonzalo Torrente Ballester junto con otros destacados nombres de su
generación, adictos en origen al régimen), haciéndose valedor fiel de Don Juan
de Borbón y de su hijo. Razones por las que el Rey Juan Carlos le concedió el
Toisón de Oro. Y alcanzó gran popularidad en los años sesenta por su guion para
la serie de televisión El Séneca.
Con el gobierno del Partido
Popular parece que toca ahora volver a los símbolos y costumbres que parecían
casi olvidados o voluntariamente sobreseídos por el bien común.
Como lo han querido los
jerezanos, dándole una holgada mayoría a los populares para que gobiernen con
soltura la ciudad, no tengo nada que objetar. Salvo que cuando pase por la
antesala del teatro Villamarta para ver una función, no podré evitar decirme a
mí mismo y a quien me acompañe que D. José María, dramaturgo y fecundo
articulista, fue el responsable de educación y cultura en la Junta de Burgos que
algo tuvo que ver con la depuración que se le hizo a los hombres y mujeres de
la ilustración española personificados
en los maestros de la república y otros contemporáneos suyos como Vicente
Aleixandre (posteriormente Premio Nobel de Literatura), Alonso, Cernuda, poetas
y catedráticos que pagaron con su vida, fueron condenados al exilio o al silencio
por sus valores democráticos y apoyo a la República. Como dijo Francisco Umbral
“Un intelectual de derechas que escribe bien, cuando toma conciencia de su contradicción,
se resuelve en Pemán. Cuando escribe mal, se resuelve en Fraga”.
Me atrevería a pedirle al
Ayuntamiento del Partido Popular que, junto al busto de D. José María, se
continúe poniendo en el recibidor del teatro los bustos de otros de autores
españoles como Valle Inclán, Azorín, Blasco Ibáñez, Casona o García Lorca,
entre otros; más que nada por ver como queda.
No soy anticlerical y
disfruto, como cualquiera, con las expresiones religiosas que, hoy, en extremo
(a mi entender de manera contraproducente para los creyentes en su conjunto),
se prodigan casi a diario por la ciudad. Pero tampoco puedo evitar retroceder a
otra época que parecía superada cada vez que oigo hablar de misas de campaña o
de manifestaciones sacadas del baúl más recalcitrante de nuestra historia.
Otro ejemplo de la acción de
gobierno de nuestro ejecutivo local es la glorieta que se le acabada de dedicar
al Santo Escrivá de Balaguer (en el rótulo de la glorieta reza: “Glorieta San
JoseMaría Escrivá” (José María todo junto sin Balaguer), desconozco si se debe
a un exceso o defecto de dimensión apostólica o lingüística, apocamiento del rotulista
u otras razones), iniciador de un nuevo Camino dentro de la Iglesia conocido
con el nombre de Opus Dei “Obra de Dios”.
No sería de mi gusto que a
ésta glorieta le siguieran otras dedicadas al pintor Kiko Argüello iniciador de
Camino Neocatecumenal o Marcial Maciel de los Legionarios de Cristo. Y no sería
de mi agrado por que me falte consideración o respeto a otras creencias, sino
porque siento más simpatías por corrientes, dentro de la Iglesia Católica, más
de andar por casa. Pero por aguantar se aguanta lo que me echen.
Seguiré entrando en el teatro
Villamarta y pasaré por la glorieta de San JoseMaría todas las veces que sean
necesarias y sin que para ello tenga que tomarme media botella de absenta.
Si en Jerez no somos tolerantes,
que venga Dios y lo vea. SALUD
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