Los bancos, que se supone que son los que tienen el dinero, necesitan que los reflotemos con el dinero de todos, así que ahora, los que tienen en el banco el dinero preciso para pagar la luz y el agua, también van a contribuir a salvar a la banca; es decir: la banca nunca pierde.
Así que, para que la banca siempre gane, a medida que vaya necesitando nuestro dinero, se lo iremos dando a costa de reducir la financiación de los hospitales a los que no van los banqueros ni sus familiares o las escuelas y las universidades, a las que tampoco van, los hijos de los banqueros.
Se me ocurrió pensar estas cosas mientras caminaba por la calle Santa Cecilia, una calle pequeñita que desemboca en la grandeza de la Iglesia de San Miguel. En esta calle se ha descubierto una pequeña losa que dice: “Calle de los novios”.
Aunque la cosa no está como para casarse, si tienen la oportunidad, vayan a verla – mejor, cuando estén finalizadas las obras de la plaza de San Miguel – y comprenderán lo que un sencillo azulejo, a pesar de la banca, le puede hacer sentir.
Así que, para que la banca siempre gane, a medida que vaya necesitando nuestro dinero, se lo iremos dando a costa de reducir la financiación de los hospitales a los que no van los banqueros ni sus familiares o las escuelas y las universidades, a las que tampoco van, los hijos de los banqueros.
Se me ocurrió pensar estas cosas mientras caminaba por la calle Santa Cecilia, una calle pequeñita que desemboca en la grandeza de la Iglesia de San Miguel. En esta calle se ha descubierto una pequeña losa que dice: “Calle de los novios”.
Aunque la cosa no está como para casarse, si tienen la oportunidad, vayan a verla – mejor, cuando estén finalizadas las obras de la plaza de San Miguel – y comprenderán lo que un sencillo azulejo, a pesar de la banca, le puede hacer sentir.
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