miércoles, 11 de marzo de 2009

Una ironía coyuntural

Lo mismo ha sido un joven cualquiera con varios máster en el currículum, un desconocimiento de la tauromaquia sublime y más simpatizante de Boris Izaguirre que de Curro Puya, quien le ha metido “un gato” soberbio a César Antonio Molina -el ministro de los ojos abiertos-, proponiéndole el candidato para concederle la medalla a las Bellas Artes.

No es que Francisco Rivera no pueda llegar a hacerse acreedor dentro de unos años del mencionado reconocimiento (que habría que darle a Santiago Martin “El Viti” o a Paco Ojeda, entre otros), no es eso; lo que me preocupa es cómo se están imponiendo en la sociedad criterios de valoración que van contra la naturaleza de las cosas, y la eventualidad que tiene este tipo de decisiones que, a mi modo de entender, tienen que ver más con hacer de la cosmética un valor social en aumento, que hacer de la gestión una cultura con cimientos. De todas formas, hace muy bien el torero en recoger cuanto antes la medalla que le han concedido, porque igualmente, como se despiste un poco, se pone en los cincuenta años y se le acaba el futuro.

Yo creía que cuando una persona llegaba a los cincuenta años, estaba en su mejor momento para discernir, tomar decisiones importantes y llevar el timón de lo que se le presente, incluido un buen premio. Porque se supone que, a partir de esa edad, el individuo ya habrá comprendido lo que supuso ser hijo/a y lo que conlleva ser padre/madre; habrá superado los traspiés lógicos de la inexperiencia; habrá sufrido las irreparables pérdidas de algunos de sus seres queridos; habrá competido por un puesto de trabajo e incluso lo habrá perdido y vuelto recuperar; habrá creado una empresa sin éxito o con éxito; en fin, que puede que haya acumulado alguna experiencia vital y conocimientos que le hayan hecho formarse, tener criterio y algo de madurez para aplicarlo. Sin embargo, no parece que el reconocimiento a la razón de ser de estas cosas sea lo que prevalece, y creo que, aunque no tengo duda de que se trata de una moda coyuntural, no deja de ser un error lamentable.

En los próximos días cumplirá 103 años el escritor Francisco Ayala y, con motivo de su cumpleaños, en una entrevista le leo: “Yo nací escéptico del todo, esa ha sido mi fuerza y mi debilidad. Nunca creí demasiado en nada, siempre he estado en duda, qué le vamos a hacer. Ya son demasiados años para saber de la vida algo o para dejar de saberlo”. ¡Qué ironía!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante y bien escrito
FRC

Anónimo dijo...

Un escrito muy original y lleno de fuerza. Realmente estamos llenos de ironías coyunturales. Es curioso como se potencian los malos hábitos y nos bombardean haciendo noticia de los que en otro tiempo hubieran estado sin reconocimiento alguno o encarcelados de por vida. Este río de locura es incontenible. No me refiero precisamente al señor en el que haces referencia a tu escrito. Por cierto, me identifico totalmente con tu yo creía que a los 50 años... Empiezo a pensar que la lógica no tiene edad, así como tampoco los sentimientos. Tenía curiosidad por saber cómo escribes y sobre qué, desde el primer día. Enhorabuena. Yo creo que independientemente de lo que dices te ajustas a lo que sientes y eso me gusta. Gracias por hacernos participar de tus ideas.

Loli.