
La insistencia de los responsables políticos en motivar el consenso y la unidad de acción, como paso previo a configurar un plan de ayuda y estímulo para la industria, ya ha dado su fruto; sin olvidar que, desde distintos segmentos de la sociedad, estos objetivos de unidad y defensa de nuestra más genuina cultura vitivinícola también se ha venido demandando insistentemente.
Falta saber si estamos en una situación de trámite o si de verdad se están sentando bases sólidas de cooperación y concienciación para revitalizar un sector económico que tiene sus raíces en nuestra historia. Esto es una motivación que diversifica y multiplica las posibilidades de impulso, si sabemos poner en valor el conocimiento y la experiencia adquirida en la investigación, el comercio, los oficios o el patrimonio. Pero, sobre todo, lo más importante es creer en todo esto y tener la certeza de que con convicción y con el apoyo de la sociedad, es posible salir de esta tendencia a declinar que ya está durando demasiado.
No estamos en Mondragón y las estrategias de unidad para defender los intereses comunes, a nosotros, nos ha llevado su tiempo. De hecho, hace años experimentamos una reconversión industrial del Sector con un estoicismo, digno de los más subordinados discípulos de Séneca. Y aquí estamos. De sopetón y así de rotundo: el sector del Jerez se ha unido por primera vez. ¡Alabado sea Dios!