jueves, 4 de noviembre de 2010

1985 Cuba - Capítulo XXXV


No había mucha gente en la Plaza porque aquel era un lugar de paso, así que lo pude ver con claridad acercándose despacio hacia donde yo permanecía inmóvil. Pasó por mi lado lentamente, a unos escasos dos metros, y pude verle muy bien las gafas de sol con la montura de oro que resaltaba entre las demás tonalidades de colores oscuros y brillantes. Aquel hombre era Franco: sentado, hierático, implacable, temible. ¿Pero realmente sería él? Porque también se decía que tenía un doble y dentro del coche era comprensible que ese papel lo pudiera hacer cualquiera preparado para ello. Eso me preguntaría más tarde. – ¿Por qué no? Siempre se dice eso de los dictadores, les debe de venir muy bien para todo-, dijo Germán. Seguro que era él, le respondí.

En la Plaza del Arenal hay un formidable grupo escultórico de Mariano Benlliure dedicado al General Miguel Primo de Rivera. -Benlliure era un escultor extraordinario yo es que, dentro de las artes, soy muy aficionado a la escultura. ¿Sabes tú que eres taurino que él empezó muy joven reproduciendo las suertes del toreo?-. No lo sabía. –El monumento a Joselito el Gallo que está en el cementerio de San Fernando de Sevilla es suyo. Tengo una anécdota que no es muy conocida de la Guerra Civil. Durante el asedio a Madrid visitaron al escultor en su casa los generales Miaja y Rojo. Y a Rojo le regaló el maestro, supongo que también lo haría con Miaja, un pequeño busto de Goya que llevó siempre consigo como un bien muy preciado; que desde luego lo era. Me lo contó mi padre que también trabaja tallando la madera-.De Goya precisamente. -Sí, de Goya precisamente-. 

Primo de Rivera nació muy cerca de donde se encuentra su monumento ecuestre. En una casa donde hoy está el Conservatorio de Música. Y me pregunto qué sentiría Franco al verle de frente. O qué pensaría al pasar por su lado sobresaliéndole el monumento muy por encima de la carrocería del coche. Tuvo que haberlo visto, ¿lo miraría?, ¿o simplemente pasó sin que le llamara la atención, ni le viniera a la mente ningún acontecimiento histórico? -¿Crees que Franco pensaría en eso?- No lo sé, porque tonto para sus cosas no era. -Primo de Rivera cuando dio el Golpe de Estado en 1923 siendo Capitán General de Cataluña, en principio lo hizo con el respaldo de todas las unidades militares, apoyo que Franco había conseguido muy parcialmente. Sólo se sublevó un capitán general, de los ocho que mandaban las regiones militares, y los seis generales de la Guardia Civil se mantuvieron leales a la legalidad constitucional. A lo que tuvieron que hacerle frente matando a casi veinte jefes generales; compañeros de armas. Al general Domingo Batet, lo tenía especialmente entre ceja y ceja, lo mandó fusilar en frío en 1937. Al general Batet le debía Franco el informe que presentó sobre  los militares africanistas con motivo del Desastre de Annual. En el que Batet, que era el juez instructor, se mostraba escandalizado e indignado por el grado de corrupción económica y moral que habían alcanzado los oficiales y jefes destinados en Marruecos. En ese informe, Franco no disfrutaba de muy buena nota-. Me pregunto si llegaría a sentir algún remordimiento, porque lagunas tenía en su vida militar. -Lagunas, como el Lago Victoria, pero las cegaría con indiferencia y mucho incienso. Al fin y al cabo,  Primo de Rivera dio el golpe de estado con el apoyo de Alfonso XIII, lo que aceleró el comienzo del fin de la Monarquía, y también contó, a pesar de que fue muy beligerante contra la clase política, con el apoyo a sus reformas y a las inversiones públicas con políticos relevantes, entre los que se encontraba Indalecio Prieto-. Te lo sabes todo, Germán.

 –Sí, me entusiasma todo lo relacionado con la República Española y la Guerra Civil-. A mí también me absorbe. Además de los contenidos políticos y sociales,  supongo que tienen mucho que ver las prohibiciones y la negación de los valores republicanos con los que pretendieron educarnos. Supongo que a ti también te pasa, lo que mí, que los símbolos republicanos tienen un gran poder de atracción y de seducción que suscitan una mezcla de ilusiones, de expectativas, de justicia, de idealismo, de imágenes, de olores, de sabores y también de pérdida, que ejercen un poder hechizante; una concentración de sustancias como las que conforman los sueños. – No había pensado en eso, pero ya que lo dices. Creo que es una apreciación que hemos idealizado y que llevamos adherida a nuestra historia sentimental-. Efectivamente, por eso fíjate que, aunque aceptamos por razones más que sobradas, y de buen agrado al menos por mi parte, los símbolos de la Monarquía Parlamentaria, éstos no traspasan mucho más allá el umbral del respeto y el acatamiento. También de gratitud. Y, pensándolo bien, creo que nos viene muy bien a todos que sea así, que tengamos sentimientos y compromisos ajenos a las pasiones. –Creo que entiendo lo que dices, pero yo me sigo sintiendo republicano y me gustaría que la tricolor ondeara en el Ministerio de Hacienda; por elegir un sitio que a casi nadie le emociona, dijo Germán.- Pues, me parece que la has colocado en el lugar idóneo para ratificarme en lo que quería decir. 

Germán se quedó pensativo, buscándole el sentido a lo que yo había dicho, y lo tenía difícil, porque lo que dije era una consecuencia de un impulso intuitivo y no respondía a un argumento del todo claro. Yo sabía lo que quería decir, pero lo sabía para mí y me llevaría tiempo explicarlo. Así, que volví a retomar lo que veníamos hablando sobre la visita de Franco y le pregunté: ¿Crees que  Franco pensaría que ese General que le daba la bienvenida a la ciudad fue un blando?, ¿qué debería de haber hecho lo que él hizo?, ¿pensaría que él era mejor militar?, o pensaría… Éste no lo hizo bien -Yo creo que a Franco todo eso le daba lo mismo. Supongo que pensaría que él estaba predestinado para salvar a España y que tenía a Dios de su parte. Además, contó con la ayuda del Vaticano, con Alemania, con Italia y con la banca que es de lo más importante para todo, y los de Portugal tampoco fueron mancos. O sea, que, tenía garantizada la salvación. –Por supuesto. ¡Como para calentarse la cabeza con Primo de Rivera!  Me pica la curiosidad por saber la segunda parte de tu experiencia, la que identificas como Institucional-. Pues, me parece que vamos a tener que dejarlo para otro momento Germán. Porque ahí viene ya Lina a la cabeza de la expedición.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Aquí se ve ya un libro... ánimo Paco y sácalo pronto. AGL