martes, 26 de junio de 2012

Cuestión de prioridades



Caminando un domingo a primera hora de la mañana, me encontré con un operario que contundente repetía la operación de golpear el cepillo de púas contra el suelo como preámbulo al arrastre de su cometido calle abajo. Me recordó el golpe de martillo que a compás corteja en la fragua a la certeza, pero observé que tanto escobazo no se correspondía con los restos que a su paso iba dejando atrás.

Con buenas intenciones pensé que este empleado quería ser reconocido y por eso llamaba la atención. Tal vez porque quizá sean demasiada calles para un hombre solo o que un sólo hombre no es la “infantería de marina” que necesitan las calles para que el agua y el purificador inunden el suelo que ocupan arrinconados los imperturbables contenedores.

Desconozco los pormenores del contrato con la empresa de limpieza. Pero en cualquier caso,  si no se queda uno pegado al caminar por algunas calles es por la fuerza que ejercen las piernas al levantar, contra todo pronóstico, los pies del suelo. Eso sí, al retomar el paso por Pescadería Vieja buscando los arcos del Arenal, me encontré que aquella travesía era un oasis que relucía como los chorros del oro. Cuestión de prioridades, supongo.


SALUD

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