martes, 24 de julio de 2012

Mamandurrias



Estaba yo leyendo con el balcón abierto lo de las mamandurrias de Esperanza Aguirre, cuando aquellos chasquidos impunes comenzaron a perforarme el fresco sosiego de la mañana hasta adentrarse en el último rincón de la casa.

 ¡Qué guasa que en Jerez no tengamos gas ciudad! Pensé yo, al no parar aquel desordenado y punzante ruido que provocaba el repartidor de butano, para llamar la tención de su clientela.

No me voy a extrañar de nada ni voy a poner el grito en el cielo porque el calor ya me vence, al igual que las noticias a las que hay que poner en remojo y esperar a ver lo que dan de sí. Si por manos del demonio se volviera a poner en vigor la antigua ley de vagos y maleantes tendremos que sobrellevarla porque la vida ya nos empuja hacia los extremos.

Y como no hay mal que por bien no venga, he pensado que quizá el vendedor de butano, más que repartirlo por las calles, lo que hace es protestar con ira. Menos mal que no explotan. Hoy, como todos los días, ya no me acostaré sin aprender una cosa más, y todo gracias a la Presidenta de la Comunidad de Madrid que sigue siendo un encanto.

SALUD

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