martes, 22 de junio de 2010

1985 Cuba - Capítulo XIV


Después del desayuno recogimos las pertenencias y volvimos al autobús que nos llevaría a la provincia de Matanzas donde pasaríamos unos días en la playa de Varadero. Era habitual al comenzar los desplazamientos, que la gente permaneciera callada pensando cada uno en sus cosas, hablando en voz baja con su pareja o simplemente mirando el hermoso paisaje que teníamos delante; hasta que en un momento dado comenzó a calentar el ambiente un simpático colombiano asentado en Madrid, que era el encargado de amenizar los viajes motivándonos a cantar rancheras y las canciones de siempre.

Lina, que también ayudaba a alegrar el viaje se sentó junto a nosotros y compartimos con ella un agradable y muy interesante rato al margen de cuestiones políticas. Comenzó a interesarse por la vida en España y dijo que seguía muy de cerca todo lo que acontecía en nuestro país. Tal vez animada por aquel ambiente descargado y divertido, sacó del bolso de repente una conocida revista de sociedad que le había regalado alguien del grupo. Y por la manera tan expresiva con la que Lina sacó aquella revista de sus pertenencias revelaba que para ella era como un pequeño tesoro.

Las revistas de aquella época, como Cambio 16 o Interviú, que trataban temas políticos o combinaban desnudos eran requisadas en el aeropuerto, con la garantía de la policía de aduanas de que podían reclamarse al salir del país; lo que desde luego casi nadie hacia. El ejemplar que acariciaba entre sus manos, Lina era un número de la revista “¡Hola!” dedicado en exclusiva a la vida del matador de toros Francisco Rivera “Paquirri” que hacía sólo tres meses que había fallecido, y con una foto de portada de su joven viuda vestida de negro y el rostro marcado por la desgracia.

Aquella trágica historia de amor entre el torero y la cantante que había conmocionado a una buena parte de la sociedad española de la época, absorbía la memoria afectiva de Lina, a quién en más de una ocasión, se le perdía la mirada dentro de sí misma sin poder evitar que un intenso brillo humedeciera sus profundos ojos.

No hay comentarios: