miércoles, 26 de octubre de 2011

La sucesión



Por muy hermano que uno sea de sus hermanos, lo de perder no le gusta a casi nadie. Y si coge desprevenido, tampoco es raro que se le escape a uno la artillería ligera. Como le sucedió al presidente saliente de la Unión de Hermandades, que desperdició una gran momento para encomendarle su decepción a Dios y desearle solidariamente lo mejor a su sucesor.

Ahora que el portavoz de los obispos, en un trance de divinidad, ha dejado moderadamente claro a quien hay que votar el 20 de Noviembre. Más apropiado hubiera sido hablar de progresistas y conservadores, en vez de diferenciar a pobres de ricos para identificar a ganadores y perdedores del plebiscito; que nadie se va a ruborizar por ello.

Le deseo suerte y buena mano al nuevo presidente de la Unión de Hermandades en la gestión de los palcos -y que no ponga más por favor-, que las procesiones vuelvan a iluminar el Consistorio que buena falta le hace, que sea un poquito piadoso con la ciudad y vaya solicitando, para cuando esté finalizado, el traslado del monumento de la Alameda Cristina al Museo de Cofradías.

Salud

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