¿Qué les pasará por la
cabeza a los que se levantan de madrugada para pincharles las ruedas a los
coches que descansan sin hacer mayor ruido? A lo mejor no se levantan, sino que
tienen poco sueño y necesitan experimentar una emoción fuerte antes de acostarse.
Debe tratarse de una
inquietud tremenda por darle rienda suelta al furor contra los otros, que
cuando es espontáneo se echa mano a una simple llave, o un sencillo
destornillador con punta de estrella mismo, para dejar constancia de su
impronta guerrera, rayando de arriba abajo, de pitón a rabo varias veces (con lo que duele eso) la
pintura de los coches de sus vecinos.
Es difícil coger a estas
personas que sufren de un indomable arrojo contra los coches de los demás,
porque habría que poner un dispositivo permanente de seguridad en varios sitios
de la ciudad, durante toda la noche, y eso parece complicado.
Pero sería interesante
atrapar a alguno para intentar persuadirle de sus manías insinuándole que hay
entretenimientos más inocuos, como el Candy Crash, para sus noches de insomnio.
Y también comentarle: ¡Qué guasa, hombre! A ver qué dice.
SALUD
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