sábado, 29 de noviembre de 2014

Tolerancia Cero

En el proceso para nombrar a su primer secretario general, Pablo Echenique, que planteó una estructura de dirección plural y perdió, se ha desgajado de la dirección política de Podemos. Lo que quiere decir que para comenzar su andadura con estructura de Partido el precio parece elevado. Se podría decir, a simple vista, que la pérdida de este dirigente le ha costado a la formación política desprenderse aproximadamente de un veinte por ciento de masa encefálica.

Hace unos días se le ha lanzado un dardo a la línea de flotación a Iñigo Errejón por posibles anomalías con la beca de investigación que tiene asignada a través de la Universidad de Málaga, por lo que es mejor no seguir haciendo cuentas como caiga este joven brillante en los brazos del infortunio.

Cuando se les llama a los dirigentes de otros partidos “mayordomos de los privilegiados” y el lema de “la casta” se la endosan a un montón de gente. El listón de la integridad lo ponen tan alto que parece casi imposible que lo pueda saltar un humano de hoy en día. No está mal que así sea y no hay nada que reprocharles. Pero, claro, los de Podemos deben estar ya persuadidos de que como se hagan pis en la ducha les puede caer encima un inspector de medio ambiente con gorra de plato; y eso sin sacar a España de la OTAN ni cerrar las bases de los EE.UU. 

El término “tolerancia cero” la pusieron de moda unos universitarios americanos para definir su teoría de “las ventanas rotas”. Esta teoría la basaban en la necesidad de enderezar rápidamente y con vigor cualquier tipo de estropicio para evitar que se extendiera.

Esta misma tolerancia cero parece que la está aplicando el Papa Francisco (como siga así vamos a volver a comulgar más de uno) en el asunto de los “curas traviesos” llamados el clan de los Romanones (la que le ha caído con esta Secta al que tantas veces fue Ministro y Presidente de España. El pobre Conde tendría sus defectos, pero es inmerecido que su nombre caiga de esa manera en las alcantarillas de infierno), como el que no quiere la cosa.

Estaremos pendientes de las expectativas creadas porque al dirigente Pablo Iglesias, y acólitos, les están llegando las rebajas mucho antes de que comience el mes de Enero. Veremos si llega a Mayo con integridad y fortaleza para continuar con el proyecto de reparación inmediata de todas las ventanas rotas o por el contrario tanta pureza e integridad queda en aguas de borrajas.

SALUD   


Roba gallinas

Con la llegada del Estado de Derecho a nuestro país, las leyes parecieron laxas.  Había gente que pensaba que la autoridad ya había dejado de existir. Vivíamos con la preocupación de no saber si se había dado la orden de no meter a los delincuentes en la cárcel: “la policía nada puede hacer”,  “entran  por una puerta y salen por la otra”, se decía.

Fueron años agitados para la seguridad ciudadana: el trapicheo callejero de drogas, la rotura de cristales de coches para el robo de radio casetes, el tirón de bolsos o colgantes a los transeúntes etc. eran noticias habituales en la prensa y en ocasiones era motivo de cierta alarma social.

Una parte de la sociedad pensaba que todo esto era lo que había traído la democracia: bandolerismo, falta de respeto, pérdida de las buenas costumbres, inseguridad, caos. Y otra parte pensaba que los pequeños delincuentes eran fruto de una sociedad injusta,  que éstos eran la parte débil por la que siempre se parte la cuerda,  que las leyes siempre protegen a los fuertes;  que todo tiene su origen en la desigualdad.

Pero, buscándole tres pies al gato: ¿Quién no ha oído hablar de los ladrones de guante blanco?  En aquellos tiempos seguían funcionando con sus métodos tradicionales y así han continuado hasta nuestros días sin dejar de perfeccionar el método. Se trata de esa especie de ave que se lleva hasta el polvo de las alfombras mientras que al conjunto de los mortales, mareados con tanto desconcierto,  les roban los ahorros, les hipotecan la vida o  les privan de lo poco a lo que tiene derecho obligándoles a vivir de la caridad. Para terminar pagándoles, además, entre todos, la cuenta de sus desfalcos.

Ahora vamos asimilando que no todos los delincuentes son víctimas de la desigualdad social (más bien la parte que maneja el gran cotarro pertenece a lo contrario: al buen nombre, a la gran familia, a la respetada persona de buenas maneras etc. – aunque esto ya se sospechaba desde hace algún tiempo-), ni todas las víctimas asumimos bien del todo quienes son los que mejor roban la cartera.
Por eso creo que una de los precedentes más trascendentales, insólito en la viejas costumbres,  que nos ha traído este siglo a pesar de los pesares ha sido lo que dijo hace unos días nada menos que el presidente del Consejo General del Poder Judicial: "La ley actual está pensada para el 'robagallinas', no para el gran defraudador"

La razón está donde se encuentra aunque a veces, aun teniéndola a simple vista, cuesta desenterrarla. Pensémoslo bien. Sin dejar de mirar por el retrovisor hay motivos para contemplar la vida con posibilidades.

Produce satisfacción saber que las piezas pueden ir encajando en el puzle y que además podemos verlo.


SALUD

¿Podemos conocer?



La sociología anda intrigada y revuelta ante los últimos sondeos realizados al electorado que le da un posicionamiento en los primeros puestos de salida a la formación política “Podemos”, situándola equidistante de los dos grandes partidos hasta ahora mayoritarios y alternantes en las tareas de gobierno nacional. Lo que debe estar motivando en esta iniciativa emergente unos dolores de cabeza tan grandes como la magnitud de sus ilusiones.

Todos tenemos la posibilidad de comprobar entre las personas con las que nos relacionamos, con un perfil conservador, de centro o de izquierdas, que hay electores de todas las posiciones ideológicas que muestran sus simpatías por el partido de Pablo Iglesias. Hace poco me dijo una persona del primer perfil que ya la derecha tiene que pensar de manera menos egoísta. Pensé que me estaba regalando el oído, pero aun así tiene una importancia muy valiosa que esa conclusión llegue a traducirse en palabras. Lo que quiere decir que la sociedad española en su conjunto vamos a mejor: superando el drama de las dos grandes magnitudes que tanto dolor y quiebra produjo en el pasado. Sería espectacular, y estimulante sin cuartel, si de verdad fuera cierto.

Si estamos ante una ordenación social de tal calado, impensable hace tan solo unos meses, que dimensiona la conciencia política de los ciudadanos dentro de parámetros de corresponsabilidad, de un razonamiento natural que le concede a los otros los derechos básicos, de disponibilidad para superar los desequilibrios desmedidos a través de la política y la educación. Podemos creer en los milagros.

Pero si la configuración política actual tiene su origen en el enfado, en una protesta coyuntural ante los acontecimientos; corremos el riesgo de que el prodigio se convierta en una flor de primavera.

En cualquier caso una reacción masiva, contra el abuso y el derroche, para exigir una remodelación necesaria dentro del sistema democrático, que le ponga freno a la codicia y se emprenda el camino a la regeneración; estará bendecida por la divinidad y por todos los santos.

Si se mantiene hasta el día de las elecciones la proporcionalidad que las encuestas están señalando: el PSOE juega un encuentro en casa con dos equipos más. Tendrá que decidir a quién vencer primero o con quien sumar fuerzas para obtener el mejor resultado. Pero antes habrá que conocer lo que piensa Podemos del Estado (si quiere a Cataluña dentro o fuera), si su programa económico está dentro de los cauces habituales, que política tiene para los autónomos; si tiene suficiente gente con solidez para ponerlo en práctica y, sobre todo, es muy importante que digan que no quieren ser una fuerza política con vocación para rentabilizar el descontento, sin mayor pena ni gloria.


SALUD 

Lo que son las cosas



A mediados de los años setenta cuatro jóvenes hablaban de política en el interior de un Renault 4L que hacía el habitual recorrido para ir dejando a cada uno de los ocupantes  lo más cerca de sus casas.
Ya tarde, en la parada de mayor duración que se hacía para dejar al primer viajero, aún se respiraba en el ambiente de aquel coche prestado la hipnosis creada por las canciones de Françoise Hardy, Engelbert Humperdinck,  Donna Hightower o Simon and Garfunkel que durante el baile dominical sonaban una detrás de otra, de forma automática, a través a un mástil metálico que permitía apilar varios LP´s.  Los vinilos bajaban directamente al plato del tocadiscos en el momento justo en que finalizaba el que se estaba escuchando. El  sonido preciso que hacía aquel mecanismo, íntimo y agradable,  le daba a la velada un aire de evolución y modernidad.

En aquellos años ya circulaba El libro rojo de Mao que la editorial Bruguera había publicado  con tapa blanda de color rojo vivo y una foto de Mao Tse –Tung en blanco y negro. Aunque en la imagen de la portada, el Gran Timonel  tenía un semblante de abuelo afectuoso, con los ojos parecía que te estaba diciendo: ¡no te resbales! En general aquel libro causaba tanto misterio como respeto.

Yo era uno de los que estaban en el coche hablando de política. Creía que los rusos eran todos cultísimos y me imaginaba que tenían las casas llenas de estanterías repletas de libros y un sillón de tela con orejeras. En realidad mi ideario político se limitaba a tener cierta conciencia de que aquella sociedad en la que vivíamos era un poco gris, que el General había sido de pluma rápida y no se cortaba firmando en la guerra y en la paz, y que el miedo a hablar era dueño del estómago.

Mi compañero que llevaba la voz cantante conferenciaba sobre la dictadura del proletariado, la revolución cultural y sobre más cosas que eran para mí novedosas y agitadoras.  Me sentía empapado por la ilusión genuina de la juventud y también porque estaba descubriendo que existía un mundo mejor y posible. Al mismo tiempo que me abrigaba la candidez de aquellas canciones que había estado escuchando o bailando con cierta concentración y cadencia: la lucha de clases, la injusticia o la represión que el pueblo estaba sobrellevando,  peleaban para imponerse al romanticismo o a las costumbres burguesa. Según se decía. Pero cada cosa, por sí misma, de forma casi inevitable seguía su propio camino.
Siempre en toda reunión, concentración política o de otra índole, hay alguien que está más autorizado y es más efectivo. También en aquella época siempre había alguien que era más radical que nadie. Hasta el punto que si se daba una vuelta de campana caía de pie sin la menor duda. Pero este no es el caso de mi amigo que llevaba la voz cantante, no llegaba a tanto, y con el tiempo se fue refrenando hasta sucumbir en los brazos de una moderación inconformista con casi todo.

El caso es que yo debí decir algo impropio cuando mi amigo me interpeló con energía, y casi con cierto desdén, diciéndome que yo era “un socialdemócrata”. No recuerdo nada de lo que había dicho, quizá porque después de haber cometido un desaguisado ideológico, lo borraría de mi memoria,  pero a cambio cargué durante unos años con aquel perfil político de “socialdemócrata”, como si fuera  algo negativo. Hasta que con el tiempo se fue convirtiendo en una convicción políticamente reconciliada y estable.

Unas décadas más tarde (en concreto, hace unos días), me encontré con otro amigo y compañero del colegio, activista en una de las organizaciones, en la actualidad, emergentes. Empezamos a hablar de la situación que estamos viviendo y derivamos hacia las propuestas de transformación y cambio que se están cristalizando. Estábamos de acuerdo en algunas cosas y en otras yo le manifestaba mis incertidumbres e interrogantes, cuando me interpeló con energía, y casi con cierto desdén, diciéndome: ¡sé “social-demócrata” no seas “social-liberal”!

No pude evitar que me brotara una leve sonrisa. Y con un movimiento de cabeza le di la razón y también la mano para despedirme. Lo que son las cosas. ¡Qué tiempos aquellos!


SALUD

Una de Esperanza

 

Quizá estamos viviendo el peor momento, de la etapa democrática, para sostener la responsabilidad de representar a los ciudadanos desde lo político y defender los derechos de los trabajadores desde lo sindical, aunque en buena medida ambos compromisos vienen a tener casi los mismos objetivos.

Tras la guerra civil esta representatividad era muchísimo más dramática y arriesgada que en estos días, también contenía más verdad y nobleza, con riesgos permanentes de perder la libertad o incluso la misma vida; debido a la razón de la fuerza bruta empleada por los vencedores de la contienda.
En la actualidad los riesgos que tienen esas obligaciones son mínimos (incluso se podría decir que ofrecen más ventajas que inconvenientes),  y  en lo relacionado a los valores  universales de igualdad, legalidad y fraternidad, en ese noble ejercicio de representación social, los modelos padecen un escaso prestigio y una moralidad deficiente. 
 
Es sabido que la condición humana no difiere en exceso, salvo notables excepciones (que tampoco son pocas), en lo referente a la seguridad, el amor, el progreso, la estabilidad o el ascenso económico. Por eso las doctrinas de salvación están bien para tenerlas como referentes y conviene anotarlas en el calendario a cientos de años vista.

En estas circunstancias, que no son las peores, es necesario creer en una fuerza transformadora (en lo personal y en lo colectivo), sacar arrestos para defenderla en beneficio de la humanidad y dentro de los principios democráticos.


La vida enseña que no todos los malos están en un mismo lado y los buenos tampoco. El mundo no se acaba -de momento- y aunque desde los griegos hasta hoy los acontecimientos principales, que nos traen, han cambiado poco, de ninguna manera la ilusión y la fuerza para luchar por la regeneración tampoco va a decaer.

 SALUD

Tun, tun ¿quién es?

¡Tun, tun!  - ¿Quién es?

Escribía Nicolás Guillén que para hacer una muralla se necesitan todas las manos y pedía que los negros trajeran sus manos negras y los blancos sus blancas manos.

Después de cuestionar el plan previsto para desarrollar el carril bici en Jerez argumentándose valoraciones diversas, depreciaciones, mejoras, inconvenientes, mareos varios de índole técnica y burocrática por parte de la administración local; por fin se ha llegado a un acuerdo con la Junta de Andalucía que ha quedado sellado con un apretón de manos entre la Consejera de Fomento (I.U.) y la Alcaldesa de Jerez (P.P.), con sus respectivos Delegado Provincial y Concejal competente (cuatro manos juntas componen un puño casi gigante). Menos mal que en este caso el dinero nunca fue el mayor de los inconvenientes, ya que los fondos fueron designados por la Unión Europea para ese fin (como están los cosas no es buena idea despreciarlos y menos cambiarle el destino).
Se supone que durante el estudio para el trazado final,  no se encontraría dificultad alguna a la hora de sortear el monumento a la Semana Santa de la Alameda de Cristina, por contumaz y asimilable (hay cosas peores), desaprovechándose la oportunidad para encontrarle un lugar donde angustie menos y luzca mejor.

De todas formas,  estamos de enhorabuena porque este acuerdo va a permitir que la red de carriles bicis se expandan por casi toda la ciudad, alcanzando el trazado a la pedanía de Guadalcacín, lo que mejorará la movilidad y el medio ambiente; consiguiéndose con ello que la ciudad sea más saludable, moderna y europea. Trabajo ha costado.

Por otra parte sigue empantanado el Plan de Desarrollo y Promoción del Viñedo que lleva aparejada casi la misma retórica que el caso anterior, del carril bici, antes de solucionarse. Esperemos que, mientras se disipan competencias entre el delegado territorial de agricultura y el primer teniente de alcaldesa por el asunto de los gallos de peleas en La Canaleja, un día de estos nos encontremos con la buena noticia de ver que la consejera de agricultura ha superado la muralla y el ansiado proyecto para las viñas del marco ha sido aprobado. ¿Habrá foto con todas las manos?


SALUD