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Rosa es de Cádiz y Alberto de Jerez, son una pareja de profesores que estuvieron cinco años como voluntarios para una ONG en un remoto poblado de Bolivia. Allí, Rosa quedó embarazada de mellizos y en el hospital más cercano le dijeron que tenía que optar por uno de los dos niños porque sólo tenían una incubadora. Entonces su madre y su suegra se desplazaron a Bolivia para hacer de nido a los recién nacidos.
Hoy, Rosa y Alberto tienen cuatro hijos, tienen las obligaciones que requiere la sociedad actual como cualquier pareja en la que trabajan los dos miembros. Pero tienen la buena voluntad y capacidad para ejercer de familia de acogida a niños en tránsito de adopción.
Hace poco, sufrían la separación de José, un niño al que han tenido en su casa casi dos años y que afortunadamente ha encontrado unos padres adoptivos. Rosa y Alberto cuando acogen estos niños emprenden una ruta por hospitales para cuidar su salud y arreglan papeles para llevarlos a la escuela, los incorporan a sus vidas y a la de sus hijos con naturalidad y cariño.
Hace unos días Rosa y Alberto han acogido a dos niñas que han sufrido malos tratos y abusos de su padre, son de un Pueblo cercano a Jerez. La madre trabaja fuera de la provincia y aunque contribuye económicamente, no vive con ellas; una de las dos niñas es sorda.
Ahora, Rosa y Alberto, vuelven a asumir con agrado la responsabilidad de cuidar de las niñas hasta que encuentren una familia que las adopte. Por hacer eso, no reciben ayuda, subvenciones ni reconocimientos; no manifiestan queja alguna, están contentos y no alardean de su compromiso.
Rosa y Alberto son generosos, comparten su vida y sus recursos con los que necesitan calor y apoyo; son gente buena. Estas personas anónimas, existen de verdad y a ellos le dedico este pequeño recuerdo.
03 Abril 08
Hoy, Rosa y Alberto tienen cuatro hijos, tienen las obligaciones que requiere la sociedad actual como cualquier pareja en la que trabajan los dos miembros. Pero tienen la buena voluntad y capacidad para ejercer de familia de acogida a niños en tránsito de adopción.
Hace poco, sufrían la separación de José, un niño al que han tenido en su casa casi dos años y que afortunadamente ha encontrado unos padres adoptivos. Rosa y Alberto cuando acogen estos niños emprenden una ruta por hospitales para cuidar su salud y arreglan papeles para llevarlos a la escuela, los incorporan a sus vidas y a la de sus hijos con naturalidad y cariño.
Hace unos días Rosa y Alberto han acogido a dos niñas que han sufrido malos tratos y abusos de su padre, son de un Pueblo cercano a Jerez. La madre trabaja fuera de la provincia y aunque contribuye económicamente, no vive con ellas; una de las dos niñas es sorda.
Ahora, Rosa y Alberto, vuelven a asumir con agrado la responsabilidad de cuidar de las niñas hasta que encuentren una familia que las adopte. Por hacer eso, no reciben ayuda, subvenciones ni reconocimientos; no manifiestan queja alguna, están contentos y no alardean de su compromiso.
Rosa y Alberto son generosos, comparten su vida y sus recursos con los que necesitan calor y apoyo; son gente buena. Estas personas anónimas, existen de verdad y a ellos le dedico este pequeño recuerdo.
03 Abril 08
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