miércoles, 27 de agosto de 2008

Las Bodas de Otoño

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Me encanta Septiembre y las fiestas de otoño: el teatro en la calle, el color, los concejales, la vendimia y el cambio climático. Agradezco y disfruto las invitaciones, pero este año estoy saturado de bodas, se me acumulan las bodas de otoño ¡me pido un PGOU que me planifique, las bodas en Otoño! Y para colmo no tengo chaqué.

El Chaqué ya se ha hecho el dueño en toda boda de toda condición. Hoy el chaqué lo viste el hijo del revolucionario, el de izquierda, el de derechas, el de centro, el de al lado, el de arriba y el de abajo. El chaqué junto con los vaqueros - cada uno en su especialidad - son el mejor ejemplo de lo que somos, que es como decir: producto de lo que comemos y lo que olvidamos.

Yo creía que ese traje que se puso (después de quitarse el kimono) el emperador Iro Hito para firmar la rendición ante el general MacArthur ¡en ropa de faena!, era una cosa muy seria y de muy alto rango. Hoy el chaqué forma parte del vestuario habitual de todo aquel que sueñe una vida mejor: del licenciado en empresariales, del hijo del arrumbador, del comercial de inmobiliaria, del abogado o del locutor de bingo. ¿Es qué todo el mundo no tiene derecho?, pues sí ¡claro que sí! ¡Viva el Chaqué!. Yo no me lo pongo no porque no me guste, sino porque no quiero correr el riesgo de llegar a ser abducido por la prosperidad del terno y empiece yo, a rasgarme las vestiduras y a quejarme de los impuestos, de la enseñanza pública, de los emigrantes, de la seguridad social y el libertinaje.

Aunque el hábito no haga al monje, hay que tener cuidado con lo que uno se pone, porque puede ser confundido con un Iro Hito cualquiera y después a ver como lo arreglamos…

Y siguiendo con los mismo… les cuento una anécdota que protagonizó al gran escritor norteamericano William Faulkner a quien envió una invitación el presidente Kennedy para una cena privada en la Casa Blanca. A tan preciada invitación contestó William Faulkner a vuelta de correo: Señor Presidente, yo no soy más que un granjero y no tengo ropa apropiada para ese evento. Ahora bien, si usted tiene algún interés en cenar conmigo, con mucho gusto le invito a mi casa de Oxford en Missisipí.
27 Set. 07

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